“-Me he bebido de un trago tu carta y después me la he vuelto a beber. He velado una vela sin tarta, harta ya de estar harta otra vez. Le he pedido a Cupido la cuenta, he pagado con sangre la afrenta de volverme loca. He vencido al amor por las malas, me he cosido un corpiño antibalas pensando en tu boca. Y además, como no sabía rezar, me dio por coleccionar letanías y escapularios, por culpa del incendiario hielo que me consumía. Para curar tus ojeras me doctoré en oraciones de todas las religiones verdaderas. Empañé nuestro ajuar de soltera diez minutos después de enviudar. Un alivio de luto me espera, en el fruto del jacarandá. He pintado la alcoba de rojo, he regado con sal el rastrojo que pudo haber sido. He dejado la llave en la puerta, me he bañado en la playa desierta del mar del olvido Y, sin embargo, ajenos a mis conjuros, en almacenes oscuros se amontonaban los días, cada noche más amargos, y en el andén del futuro los trenes de cercanías seguían pasando de largo entre tu cama y la mía. Y además...Para curar tus ojeras me doctoré en oraciones de todas las religiones verdaderas-”

del Mercurio y La Estafeta,
entre dietas para obesos,
presos y falsos profetas,
confirmaba que sin besos
se marchitan las violetas.
Sí.
Maldigo del alto cielo
que nos expropió su canto,
sus décimas, su pañuelo,
su quinchamalí, su llanto,
viola de chicha y pomelo,
cacerolas del espanto.
Sí.
Habráse visto insolencia,
cinismo y alevosía,
contaminan la decencia,
secuestran la fantasía,
cuando clama la inocencia
llaman a la policía.
Sí.
Lo dijo Violeta Parra,
hermana de Nicanor,
por suerte tengo guitarra
y sin presumir de voz,
si me invitan a una farra
cuenten con mi corazón.
Sí.
Volaron desde Chicago
unos gringos con corbata
y en una suite de Santiago,
sin pisar Chuquicamata,
defecaron en mi pago,
sobraban las serenatas.
Sí.
Más sola que una maleta
olvidada en la Gran Vía,
desde que se fue Violeta
enlutando la poesía,
se ensañan con los poetas
las faltas de ortografía.
Sí.
La cuequita de mi Chile,
los listos de Guasingtón,
la marchitan con fusiles
que acribillan la razón,
malaya sean los desfiles
y el cristo que los parió.
Sí.
Los pobres no somos ricos
ni el cobre es más que la greda,
la libertad cierra el pico
desde que hay toque de queda,
pregúntale a los milicos
qué hicieron en La Moneda.
Sí.