jueves

Joaquín Sabina en Santiago de Compostela

Afortunadamente, Joaquín Sabina no volvió a sufrir ningún percance y, a primera hora de la tarde llegaba en avión a la capital de Galicia. Los técnicos habían madrugado más y estaban en Compostela a las ocho de la mañana, mientras que los músicos lo hacían en furgoneta (Pancho Varona la llama "La Insolidaria").

Y dieron las diez... en un Multiusos de Sar abarrotado, (más de 9.000 sabineros) que, a diferencia de 2007 (al suspenderse su dueto con Serrat a causa de la lluvia una hora después de comenzar su actuación en el Obradoiro), no tuvieron que cruzar los dedos para que nada estropease el concierto del hombre del traje gris. A los pocos minutos de empezar el concierto, Joaquín, ataviado con su inseparable bombín negro, recordó precisamente la noche aciaga en el Obradoiro y lamentó no haber podido acabar la faena, momento en el que recibió un monumental aplauso de "perdón" por parte de sus fieles.

El cantante de Úbeda no hizo su entrada en el Multiusos hasta poco antes del concierto, como los toreros. Comenzó con uno de los éxitos de su último album: Tiramisú de limón. Después de marcarse Viudita De Clicquot y de hacer un repaso por los temas de Vinagre y Rosas, un público cada vez más entregado llegó al delirio con los sones de sus grandes éxitos, especialmente los recopilados en su doble LP "Sabina y Cía, Nos sobran los motivos". En esos momentos, el Multiusos vibró como nunca con la voz rasposa y canalla del protagonista de la velada, que demostró, una vez más, que sigue siendo el rey.