Sabina tiene tirón y eso se nota. Era su cuarto concierto en Zaragoza pero había ganas de más según se vio anoche. No hubiera hecho falta que trajera coros porque sus enfervorecidos fans repitieron sin equivocarse los estribillos de todas y cada una de sus canciones. No solo se sabían aquella del pirata cojo, con pata de palo y parche en el ojo...
"Es mi tercer concierto desde noviembre y no me pienso perder ninguno siempre que venga a Zaragoza. Antes, cuando no se cuidaba nada, venía porque nunca sabía si iba a ser el último, pero ahora, que está hecho un toro, vengo porque me apetece disfrutar de su directo. Es el número uno", apuntó el joven zaragozano Francisco Guajardo, que acudió a su cita con el truhán de las metáforas ataviado con un bombín.
Un sombrero idéntico al que lució el poeta-cantante cuando hizo su aparición ante el delirio de sus seguidores, a los que agradeció su presencia y, sobre todo, su fidelidad. A Sabina se le quiere en Zaragoza y él lo sabe. Por eso repite una y otra vez, tal vez para alcanzar la mítica cifra de los 19 días y 500 noches.
"Es mi dios desde que tengo uso de razón, porque sus letras son alucinantes y nadie como él es capaz de hacer esa poesía y esas rimas encima de un escenario. Me gusta su voz y cómo es él y, además, comulgo con muchas de sus ideas que luego plasma en sus canciones", matizó la riojana Elena Rodríguez.