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Los entretelones de Sabina según Benjamín Prado

"Romper una canción"
El disco "Vinagre y rosas", de Joaquín Sabina, tiene toda una larga historia detrás. Para contarla, el poeta Benjamín Prado, que participó directamente en la elaboración del material, escribió un libro, que ya está a la venta en Montevideo.

Editada por Aguilar, la flamante publicación, de 223 páginas, se llama Romper una canción y comenzó a gestarse un año atrás, cuando el músico y el escritor decidieron irse a Praga a componer canciones. Siete meses después estaba terminado el disco: y el libro cuenta esa aventura que fue pura creación musical, versos tachados, historias amorosas, paseos, alcohol y risas. Y a la vez, el relato también deja ver la cocina de cada canción, mostrando las mil pruebas que se hicieron antes de quedar prontas.

Pero detrás de esa loca travesía surge una sólida amistad, sin rencores ni temas prohibidos. Ese aspecto, sin embargo, no significa que todo haya sido paz y concordia. Por el contrario, Prado rememora con su pluma inquieta la intensidad de aquellos meses de trabajo en los que Sabina y él pelearon a muerte vocablo a vocablo, y alcanzaron una combustión y una simbiosis tan profundas que hoy día ninguno de ellos sabe quién escribió qué, porque no hay una coma sin negociar en todo el disco.

Es que la poesía ha sido en la vida del cantautor español un asunto nada menor, como él mismo ha explicado más de una vez. "Mi padre escribía poemas de compromiso, para bodas y cosas así, y siempre hacía poesía rimada, más o menos buena. De oírlo, me viene el gusto por la rima, por las cualidades fonéticas de las palabras. Yo nunca he tenido una gran voz, ni siquiera mediana, pero sí el empeño por dignificar las letras de las canciones, que eran horribles", confesó el músico, agregando que si bien la melancolía es una constante en su carrera, la participación de Prado en este disco quizá la potenció más que nunca.

"Diez de las canciones del disco están escritas a medias con Prado. Durante el viaje a Praga, él estaba saliendo de una ruptura amorosa y yo estaba en uno de esos períodos de felicidad conyugal tan poco fértiles para la escritura. Así que le ofrecí hacer un viaje juntos a ver si escribíamos algo", comenta el cantante, remarcando que no siempre los viajes salen como uno quiere.

"En este caso fue al revés. La verdad es que regresamos más amigos de lo que éramos cuando nos fuimos. Con Serrat me pasó lo mismo, que ya éramos amigos y nos hicimos más. Con Fito Páez, no: acabamos fatal. Pero Benjamín ya era amigo porque siempre ha tenido una pata en la poesía y otra en el rock, en la calle, y había mucha afinidad. Ha sido una escritura a cuatro manos muy gozosa. Volvimos curados; él, de su desengaño y yo, de mi felicidad improductiva".

La idea del viaje surgió "porque el cuerpo me pide carretera", y Praga fue elegida "porque allí no me conoce nadie, pero también porque es una ciudad antigua y decadente", según afirma Sabina. Mientras que su compañero de ruta fue convocado porque "es un loco, un obsesivo, un poeta del rock."

Prado, por su parte, tampoco escatimó adjetivos para calificar la productiva dupla: "Sabina es la única persona del mundo con la que podría hacer esto, y viceversa, él dice lo mismo de mí. Hay una especie de combustión entre nosotros. Es un problema de carácter, seguramente de gustos literarios, musicales, de talante personal, y por la razón que sea, funciona. Es muy raro que dos tipos se pongan siete meses a escribir un disco y no sólo lo hagan sino que estén orgullosos de él y no acaben odiándose".


Fuente: EL PAIS