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Argentina recibió a Joaquín Sabina en Tucumán y Bahía Blanca

Joaquín Sabina hizo causa común con los tucumanos durante un viaje de excesos, amores oscuros, traiciones y revoluciones; episodios que dejaron huella en cada uno de los asistentes al Monumental en algún momento de sus vidas. Con una banda de lujo al costado (no atrás, porque él es "el chico que les arruina las canciones a los demás", explicó) y una puesta en escena sublime aunque austera, con telones negros y una impactante performance lumínica, el español se metió a todos en el bolsillo desde el inicio del show. Y allí se quedó la multitud, durante dos horas y media.

Fueron 26 las canciones que abarcaron el recorrido, con el acento puesto en los clásicos de siempre y también en las nuevas composiciones del disco "Vinagre y rosas".

El recital fue sumamente emotivo, con algunos picos destacables. Uno se produjo cuando le dedicó "Violetas para violeta" a Mercedes Sosa (la grabó con ella en "Cantora"), y sin detenerse siguió con un pedacito de "Luna tucumana" -fuera de la lista-.

En la mesita, estratégicamente ubicada, siempre se mantuvo llena la copa de champagne. Sabina, con su típico bombín, frac de cola sobre una remera negra y pantalón rojo, bailó y coqueteó sin pausa. Sobre todo con Marita Barros, la sensual y provocativa cantante andaluza con la jugueteó en escena sin pudor.

"¡Hola Argentina! ¡Hola Tucumán! Pisar suelo argentino, cruzar el mar, todavía no se parece a una rutina, y poner los pies por primera vez en un escenario de Tucumán es muy emocionante... Aunque hayamos pasado 48 putas horas esperando", advirtió.

La lluvia que provocó la suspensión del recital el miércoles fue anoche sólo un mal recuerdo que se disipó demasiado rápido. Las estrellas y la luna, con algunas nubes yendo y viniendo, se cruzaron en el Auditorio Monumental con lágrimas de mujeres (de todas las edades y con voces encendidas).
Fue el inicio del tramo argentino de la gira "El penúltimo tren", y empezó con alegría y satisfacciones para todos. Dos bises -seis canciones en poco más de media hora- cerraron la mágica noche con "Pastillas para no soñar", y la promesa de que el convoy regresará a esta estación alguna vez.
La sensación al final del show fue de satisfacción generalizada y el deseo de la mayoría de que la experiencia se repita pronto para volver a ver sobre el escenario al músico español.


La serie de presentaciones de Sabina continúan mañana en el Club Liniers de Bahía Blanca y dos días más tarde se presentará en el Polideportivo de Mar del Plata.

El miércoles 23 y el jueves 24 tendrá las primeras dos noches en el estadio Luna Park; el sábado cantará en el Metropolitano de Rosario; el martes 29 cruzará el Río de la Plata para presentarse en el Estadio Charrúa de Montevideo; y el jueves 31 regresará para presentarse en el Orfeo de Córdoba.

Ya en abril, entre el 2 y el 13, el español encadenará nueve actuaciones que lo devolverán al Luna Park porteño.

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Irónico, pícaro, lleno de vitalidad, incisivo, simple y perfecto. Joaquín Sabina deleitó anoche a las más de 5.000 personas reunidas en el estadio del club Liniers con un concierto de más dos horas y media en el que repasó una veintena de sus clásicos. Fue en el marco de su gira "El penúltimo tren".

Frente a un público de distintas generaciones saltó al escenario representando a su fiel personaje "sabiniano": bombín, chomba, levita negra y jean celestes.

Con una puesta en escena sobria y de aires tabernarios, el poeta de lo urbano derrochó sarcasmo pero también cercanía a lo largo del espectáculo, con distintas declaraciones que hicieron sonreír a más de uno. Pero, claro, la nostalgia y la poesía son fundamentales e inevitables en una velada con el cantautor español.

La canción Tiramisú de limón abrió la velada....continuando con Esta noche contigo y la sentida Virgen de la amargura.

"Habíamos terminado una larga gira; los músicos estaban de panza al sol, cuando nos llamaron de acá, porque querían que volviéramos, ¿y cómo nos íbamos a negar?", fueron sus primeras palabras hacia la multitud, para luego recitar su ya clásico poema y finalizar con "es un lujo volver, Bahía Blanca".

Ya sin saco y mostrando el sombrero al público, Sabina hizo un preámbulo para celebrar la vida de la señora Chavela Vargas, mencionando entre otros grandes a Serrat, el "Polaco" Goyeneche y a Don Atahualpa Yupanqui. Luego entonó las primeras estrofas de una muy coreada y aplaudida Por el bulevar de los sueños rotos.

Luego le puso voz a Llueve sobre mojado, para dar lugar al segmento rockero con Cuadrilla de la muerte y completar con El rockanrol de los idiotas, para seguir con Yo quiero ser una chica Almodóvar , interpretada íntegramente por la corista de la banda, Marita Barros.

Momentos especialmente intensos se vivieron en temas románticos como Y sin embargo, Peces de ciudad y Una canción para la Magdalena.

Más tarde tuvo palabras de apoyo hacia los pueblos de Japón y Libia para prologar al clásico El diario no hablaba de ti.

Con cambio de vestuario (nueva remera y saco camuflado), entonó Con la frente marchita, Todavía una canción de amor, 19 días y 500 noches y Princesa cerraron un espectáculo en el que el artista tuvo que volver al escenario en dos ocasiones ante la insistencia de su público.

Tan joven y tan viejo, Noches de boda, Y nos dieron las diez y El caso de la rubia platino fueron las reservadas para esa ocasión especial.

¿Sensaciones? De satisfacción generalizada. Once años después, Joaquín Sabina se reencontró con su legión de fans bahienses. Fue la tercera, ¿será la vencida?

FUENTE:lanueva.com - lagaceta.com.ar