domingo

Noche de rosas con Joaquín Sabina




El cantautor jienense presentó su nuevo disco en el Kursaal. Repasó a lo largo de dos horas y media sus composiciones más recientes y algunos de sus temas clásicos.

Afortunadamente para los 'sabinistas' la actuación de anoche de Joaquín Sabina en el Kursaal mayor no será la última de este auditorio ya que para este recinto no cuenta su propósito de abandonar los macro conciertos. Su fiel afición lo había visto con anterioridad hasta en el polideportivo y el velódromo de Anoeta. El taquillaje voló rápido cuando se puso a la venta y sus gentes recibieron ayer a Sabina con exultantes ganas. Quizás por esa incertidumbre ante el futuro.
Quizás porque su nuevo disco 'Vinagre y rosas' era esperado cual agua de mayo tras los cuatro años de sequía creativa que habían pasado desde su anterior álbum de estudio 'Alivio de luto'. Y, por supuesto, porque el de Úbeda es un valor clásico. Y, seguramente, nadie salió decepcionado del show. Con un espectacular fondo dibujado de tejados urbanos ambientando la escena, la perfecta máquina musical del jienense y sus más que avezados músicos funcionó a la perfección; con la novedad de la corista Marita Barros. Sonó una larga lista de nuevas canciones ('Viudita de Clicquot', 'Cristales de bohemia', 'Parte meteorológico' o la propia 'Vinagre y rosas'). Y otra larga ración de viejos temas (de 'El boulevard de los sueños rotos' a 'Calle Melancolía', ¡19 días y 500 noches' o 'Princesa') que alargó la fiesta hasta las casi dos hora y media de duración.
Para entusiasmo de una audiencia que, si se cumplen los planes de futuro del popular artista, se va a quedar algo huérfana de sabinismos en vivo y en directo, por una temporada. Con la excepción de San Sebastián ya que ha prometido regresar al Kursaal.