DOS VECES SE fue, y DOS MÁS regresó para entregarles a los antioqueños lo mejor de su repertorio de todos los tiempos. La energía del artista y del público se fundieron y crearon el clima musical perfecto.
Sabina desembarcó en Medellín con sus mosqueteros Pancho Varona y Antonio García de Diego, con quienes cautivó anoche, en el Teatro Metropolitano, a un público lleno de energía que vibró con ellos.
Fueron más dos horas de concierto donde el español dejó todo su talento y el público la voz y las palmas. Hubo canciones de hoy pero también las de ayer y de hace mucho más tiempo.
Fueron más de una veintena de temas con los que deleitó a su gente, a "esa inmensa minoría, como lo decía un diario local (EL COLOMBIANO) hoy", anotó el cantante. Y agregó: "¡Qué ganas tenía de respirar esta eterna primavera".
Sabina cantó, contó chistes y hasta improvisó poemas para Medellín. Pero fue corto el tiempo pese a lo largo y completo del concierto, porque esta presentación dejó ávidos a los fanáticos de Sabina, de muchos conciertos más.
Fue tal la energía de la gente, de Sabina y de sus músicos, que nadie se percató de la pertinaz lluvia que cubrió anoche al Valle de Aburrá. No importó. Dentro del teatro vibraba un público por el cual Sabina se la pensó dos veces antes de su despedida final.
Sabina desembarcó en Medellín con sus mosqueteros Pancho Varona y Antonio García de Diego, con quienes cautivó anoche, en el Teatro Metropolitano, a un público lleno de energía que vibró con ellos.
Fueron más dos horas de concierto donde el español dejó todo su talento y el público la voz y las palmas. Hubo canciones de hoy pero también las de ayer y de hace mucho más tiempo.
Fueron más de una veintena de temas con los que deleitó a su gente, a "esa inmensa minoría, como lo decía un diario local (EL COLOMBIANO) hoy", anotó el cantante. Y agregó: "¡Qué ganas tenía de respirar esta eterna primavera".
Sabina cantó, contó chistes y hasta improvisó poemas para Medellín. Pero fue corto el tiempo pese a lo largo y completo del concierto, porque esta presentación dejó ávidos a los fanáticos de Sabina, de muchos conciertos más.
Fue tal la energía de la gente, de Sabina y de sus músicos, que nadie se percató de la pertinaz lluvia que cubrió anoche al Valle de Aburrá. No importó. Dentro del teatro vibraba un público por el cual Sabina se la pensó dos veces antes de su despedida final.