domingo

Joaquín Sabina en Puerto Rico

Joaquín Sabina deslumbró a miles de sus seguidores en un concierto en el que reafirmó su vigencia de más de dos décadas y a los 61 años demostró que su voz, aguardentosa y áspera, y su poesía urbana, continúan encantando a sus fieles e incondicionales fanáticos.

Sabina, esta vez menos trémulo y calavera que hace cuatro años, hizo un recorrido por sus nuevos éxitos de la producción "Vinagre y rosas", que le da nombre a la gira y en la que ha incluido también varios de sus clásicos, los que ofreció anoche en el Coliseo de Puerto Rico en tres horas de inigualable magia sabiniana.

El artista, acompañado por su banda y en una presentación perfecta, sin fisuras, arrancó con el tema "Tiramisú de Limón". Vestido con su tradicional sombrero, con un pañuelo al cuello y engalanado con un frac que en lugar de ser negro era de camuflaje militar, el compositor siguió con "Viudita de Clicquot".

Con ese cóctel inicial, Sabina pasó a cantar algunos de sus éxitos, como "Ganas de", "Medias negras", Aves de paso", "Peor para el sol", "El boulevard de los sueños rotos, "Llueve sobre mojado" y "Conductores suicidas".

También tuvo tiempo para homenajear a un grupo de artistas nacionales (entre ellos Tito Auger y Silverio Pérez) quienes, como teloneros, cantaron algunas de sus canciones, así como de reconocer a Roy Brown y señalar que "a mí la calle que más me gusta de San Juan es la Calle 13", en referencia a la exitosa agrupación de música urbana de "Residente" y "Visitante".

Antes, el Sabina político ya había hecho mención a la huelga estudiantil: "En dos días he visto la lucha consciente y excesivamente democrática de los estudiantes, así como la solidaridad de la población. Y es que uno cree en la educación libre y gratuita". Las palabras del español desataron la euforia de los presentes, que no tardaron en gritar "¡Lucha sí, entrega no!".

La noche continuó con dos canciones interpretadas por la sensual Mara Barros, quien acompaña a Sabina en algunos de los temas. La artista silenció a los presentes con su sentida "Te quiero más que a mi vida", para luego dejar que el cantante de úbeda sumara al repertorio "Y sin embargo", "Cristales de Bohemia (Praga)" y "Una canción para la Magdalena".

La complicidad entre los espectadores y el cantante era evidente. Los fanáticos, desde un comienzo, habían saltado de sus asientos y coreado a rabiar los clásicos de Sabina, quien demostró que su vigencia está ahí, incólume, pese a los años, los vicios del pasado y las noches.

"Peces de Ciudad", la nostálgica "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Embustera" y "Calle Melancolía", dieron paso a la rockera "19 días y 500 noches", "Princesa", "El Blues de la Soledad", "Vinagre y Rosas, "Noches de Boda y Nos dieron las 10" y "Amor se llama el juego".

Con el público desatado y enviciado con sus canciones, Sabina cerró la noche con dos éxitos: el primero, una canción que escribió para su hija, "La del pirata cojo", y la otra, la última, "Pastillas para no soñar", que son esas cápsulas que, evidentemente, nunca le han recetado a Joaquín Sabina.