XLSemanal. ¿Cómo se ve respecto a hace 25 años?
Joaquín Sabina. No me veo, no me miro, no me busco. Me sigo riendo, sigo cantando, sigo respirando. Es suficiente para mí.
XL. ¿Y a España?
J.S. Tengo 63, viví el franquismo, me exilié, volví, vi la Movida, la
bonanza económica, la apertura a Europa… Pero nunca había vivido la
descomposición, la desesperación de ahora. Falta decencia y sobra
impunidad.
XL. ¿A los músicos no les queda otra que hacer las Américas?
J.S. De gira,
al menos, como Serrat y yo ahora. Son malos tiempos, pero pocas
canciones nacen de la felicidad, sino de la crisis y el desamor.
XL. ¿Reviviría algo de lo vivido en estos 25 años?
J.S. Mi única nostalgia es del futuro. No volvería a mis sórdidos
veinte, pero viví noches doradas de los cuarenta a los cincuenta. La
experiencia me ha enseñado que la adrenalina del escenario es mejor que
la de los bares de madrugada. Lo que temo es envejecer sin dignidad.
XL. ¿Hay algo que desearía olvidar?
J.S. Nada. Me sentí muy mal tras el ictus, cuando mi novia me llevó
al baño y me bajó los calzoncillos. Yo soy muy cobarde, de los que
piensan que el movimiento se demuestra huyendo, pero me dije: ‘Quiero
vivir’, y aunque no tengo vocación de monja, es posible hacerlo sin
destruirse cada noche como un kamikaze.
XL. ¿Algún sueño pendiente?
J.S. Ser ‘chica Almodóvar’, no sabes lo bien que me queda el tacón de aguja.
XL. ¿Dónde estaba en 1987?
Estaba en las calles, en los bares, en la noche de Madrid.
XL. ¿Qué acontecimiento subrayaría del último cuarto de siglo?
El ataque a las Torres Gemelas. Después de Pearl Harbour, nunca
hubieran imaginado los habitantes del imperio que la guerra iba a llegar
hasta Manhattan.
XL. ¿Quién es su personaje favorito de estos 25 años?
Aunque parezca un tópico, la bondad, la sabiduría y el liderazgo de Nelson Mandela me parecen ejemplares.