miércoles

“Joaquín, ese hombre”…Por: Pedro Barceló

Aprovechando que estoy girando cinco semanas,  me había propuesto escribir cinco pequeños relatos que hablen de la giras, de la que estoy viviendo ahora o de cualquier otra de las que me tocó vivir.  Todas se parecen y todas se diferencian. Las de Joaquín, concretamente, son muy especiales porque el protagonista lo es. Así que este relato se lo debo dedicar a él.
No os voy a engañar, después de 13 años de tocar con Sabina, hablar de él me resulta un misterio. Os preguntaréis por qué, y es muy sencillo, la respuesta es que nunca me acerque mucho a Joaquín, no por falta de ganas, más bien, por un exceso de timidez. He hablado directamente cara a cara en muy contadas ocasiones y aunque he estado muchas veces compartiendo reuniones y comidas,  he preferido observar antes que lanzarme a charlar. También es verdad que no soy una persona muy culta y delante de los que saben tanto y han leído tanto me siento como un “paleto” en Manhattan mirando un rascacielos por primera vez.
Mi admiración por la persona no es distinta a la que le profesan sus fans por el personaje, aunque yo sea cero fanático.
Conocí a Joaquín mucho tiempo antes de tocar con él. Yo tocaba con la Orquesta Mondragón y a ambos los llevaba la misma oficina de management. Recuerdo que coincidieron en un bolo los dos artistas. Nunca lo había escuchado y lo recordaba de la época de aquel programa que se llamaba “Si yo fuera Presidente”. El caso es que me lo crucé por los pasillos de los camerinos, nos miramos y me saludó: “Hola”… Hola -respondí. Y esa fue toda mi conversación. Por esa época, (1993) La Mondragón debutó en Buenos Aires y Joaquín hizo de anfitrión presentándola al público porteño. Salieron juntos, Gurruchaga y Joaquín, disfrazados de mujer. A él le sentaba peor el disfráz. Gurruchaga siempre ha tenido pinta de gustarle esos juegos en la intimidad. El caso es que pensé:” Qué generoso este Sabina y que buen gusto con las mujeres”- lo acompañaba una chica guapísima.
Nunca más supe de Joaquín hasta el 1999. ( ¿Os acordáis de una serie llamada Espacio 1999, con la doctora Russell?, Entonces 1999 era el futuro…). El caso es que ese año me llamó Pancho y surgió la oportunidad de tocar en su banda. Yo llevaba muchos años trabajando con los flamencos y puede ser que no les hiciera gracia mi marcha con Sabina ya que nunca más he vuelto a colaborar con ellos. Supongo que lo verían muy “payo”.
Desde entonces hasta ahora he sido un mero observador de Joaquín, sobretodo desde el escenario. Por lo tanto lo que soy capaz de contar será demasiado subjetivo como para creerme. Aún así transmitiré mis impresiones.
He tocado con muchos artistas del panorama musical español, de todo tipo, hasta con Giorgi Dan ( y a mucha honra). Soy un músico que se ha visto  en las mejores y peores situaciones. He acompañado a atracciones de cabaret con 16 años, he tocado con orquestas desde los 13, tríos de Jazz,  figuras del cante flamenco,  leyendas del rock, con artistas del pop, con hombres ricos y pobres hombres, con vedettes y con mariquitas de canción española ( que son como los de playa pero con camisa de “chorretes”)… Como decía el poema: ” A los palacios subí y a las cabañas bajé…” y nunca toqué con un artista del carisma de Joaquín,  Quizás porque él lo tiene innato, no necesita esforzarse. Llega porque es él y no engaña. Tiene tanto carisma que mi mujer me dijo cuando lo conoció: ” Es flipante, cuando hablas con él y sonríe te parece hasta guapo…” No me importó porque no soy celoso, si nooo….
Me encanta como hace las pruebas de sonido: ” Por mí está”… Esa es su frase.  Y cuando preparamos las giras… Nosotros estamos ensayando días, todas las canciones, una tras otra y él llega, pilla el micro, se entrega y automáticamente todo se coloca en su sitio, todo suena. Cuando abre la boca, incluso, entiendo mejor lo que quiere decir con sus letras. Porque el no canta, recita.
Lo mismo ocurre en el escenario, lo llena con sus “patas de palo” y con su gesto de cantante de rock de banda de pueblo de los 70s ( cuando empezaban los primeros festivales).  Y yo digo; si llena con un gesto, qué importa su voz. Mucha gente lo critica diciendo que no canta un pimiento y que berrea pero, ¡¡qué bien berrea!!.
Lo observo continuamente mientras toco, es mi trabajo, y no sabe que me salvó en una ocasión por su buen sentido del ritmo. En el panorama español hay un gran numero de cantantes que tienen el ritmo en el “orto” ( como diría un buen argentino) y se cruzan más que una circunvalación. No pasa nada, para eso estamos los baterías, para rescatar. Pero, siguiendo la historia, tocábamos en una fiesta que hizo el País. En este tipo de festivales, con mucho grupo, mucho cambio y mucha “spanish improvisatión”, suelen fallar las cosas. Hicimos la prueba por la mañana y volvimos al escenario para tocar nuestras dos canciones. Arrancamos y se fueron mis monitores. En un recinto como el que estábamos eso significa que escuchas todo con un retraso de dos segundos. Me entró pánico. Habíamos empezado “La del Pirata cojo”…¿ Qué hago?-pensé. Hacía gestos a los técnicos pero la canción seguía y yo perdía el “beat”. Miré a Joaquín y a su “pata de palo”, la derecha, que, medio flexionada, pateaba el suelo… Voy a seguir a esa pierna o “palmo” – decidí tirando del instinto de supervivencia, supongo.  Pasaron 15 o 20 segundos que me parecieron eternos y, entonces, como si fuera bendecido  por la gracia de un mago, mis monitores volvieron a sonar. Y seguía en el tiempo… Ufff!! Qué fatigas!  Agradecí profundamente el sentido del ritmo de ese hombre.
No conozco a ningún jefe menos “hinchapelotas” que él. Casi todos los artistas , bien por la tensión que soportan, bien por la inseguridad, se ponen hasta violentos. Joaquín nunca me llamó la atención o me dió la bronca. También es cierto que una vez  me marché indispuesto del escenario del Gran Rex, y no me echó en falta.¿…?. Pero es raro que se enfade en el escenario. Recuerdo  en la gira de los Pájaros, que había un “gamba” en la primera fila y molestaba sin parar, al público y a nosotros; era desagradable. Joaquín cantaba: ” De sobra sabes…” y gritaba en medio de cada frase: ¡¡” A la mierda!!!…” Que eres la primera..” ¡¡¡ “Que tiren a ese tío!!!… Y seguía cantando ¡. Me moría de risa!. Es muy raro verlo así.
Hay otra virtud que adoro en Joaquín y es la generosidad. No he conocido a nadie que invite más a sus músicos que él. Dicen que Rosendo es muy generoso también, pero no lo conozco. A Joaquín le gusta verse rodeado de sus músicos y compartir una comida, una copa, una conversación. Muchos pensarán que como tiene dinero, es muy fácil invitar… Para nada. Hay gente muy rica y no tan rica que no gastan ni bromas. No depende de lo que tienes sino de tu necesidad de compartirlo. Hoy, sin ir más lejos quiere comer con todos. Se pondrá a gusto, contento, contará un montón de historias, preguntará que canción quitar y cual poner en el repertorio y nos hará reír… Me voy a permitir relatarlo porque fue realmente especial:
“Llegamos todo el equipo a, quizás, el mejor restaurante de Mérida. Una finca-hotel, rehabilitada. Muy bonito, muy “pijo”. Nos dieron de comer muy bien. Buenos vinos, servicio muy lento, pero todo rico. Joaquín apenas comió pero, como el decía, yo vengo a compartir el estar juntos, charlar y reirnos. Nos dió la lista de canciones que había pensado para mañana. Gastamos bromas y en un momento se oyeron a unos mariachis. Parecía que estaban en la casa de al lado. Y así era. Celebraban dos abuelitos su 60 cumpleaños en pareja. Tierno. Joaquín le pidió a René que arreglara con el grupo de mariachis para que, como fuera, vinieran y nos cantaran dos canciones. No importaba el dinero….( Mientras, canturreaba una canción de Jose Ajfredo). Al rato, vino René muy enojado porque la dueña no permitía que en su restaurante entraran mariachis a cantar, no procedía( ¿en México?). Joaquín se fue enfadando y rayándose más y más. En un momento dijo: ” Voy a hablar con la dueña”, ¡¡esto no es posible!!. Todos intentaron persuadirle imaginando lo peor, pero el dijo: Tranquilos! no va a ser la Revolución Francesa ni nada por el estilo”. Yo estaba al lado y le comenté, di lo que piensas, no pasa nada, mejor desahogarte a que te lo calles, dalo todo…( típicas frases hechas). Se fue para dentro del restaurante( estábamos en el porche maravilloso) y Jaime y yo le acompañamos. No quería perdérmelo.
” ¿Por favor la dueña? -dijo Jaime- el señor Sabina quiere felicitarla”
Vino un hombre con un camarero. Tenía el aspecto de un actor de culebrón pasado de moda. Pelo canoso tintado, ojos muy claros, cabeza un poco desproporcionada pero con pinta de haber sido galán.
“Buenas tardes señor”- dijo Joaquín_- Creo que tiene usted el mejor restaurante de esta ciudad y posiblemente el más bonito. Por esa razón he venido tres veces y hoy he tenido el gusto de invitar a mis músicos.
El señor temía algo pero mantenía una sonrisa, forzada, pero sonrisa…
“Usted- prosiguió- no ha permitido que unos mariachis nos amenizaran con unas canciones. Gente con una familia que podían haber ganado un dinero y a nosotros nos habría hecho muy felices..”.
” Ha habido una confusión…” – dijo el hombre de ojos diabólicos.
No, no habido ninguna confusíón -añadió Joaquín. De entender a alguien, evidentemente, me pongo del lado de los mariachis y nunca de usted. Por esa razón le digo que pese a tener un restaurante exquisito es la última vez que estaré en él…
Y lo dejó con cara de cartón y sin sonrisa…”
Al tipo, desde su arrogancia, le importaría un carajo, pero a mi me encantó el gesto y el momentazo.
Bendito seas “Joaquinillo” por estos ratos.
Y alguno pensará, ¿Sólo hablas de lo bueno?. ¿ No tiene defectos?… Como todo el mundo, pero a mí, sinceramente no es lo que me importa y tampoco soy nadie para juzgar. Si soy algo es un batería que desde su sitio observa tranquilo.
Se despide un admirador… (que no fan).
Hasta pronto!
Escrito por: Pedro Barceló