Joaquín Sabina devolvió el calor a los coruñeses —"Boas noites, Coruña", saludó— y abrió el recital al son de Tiramisú de limón, extraída de su último disco, Vinagre y Rosas, que da nombre también a la gira.
El jienense, que ya se había reunido dos días antes con sus fans de Lalín, donde le nombraron Comendador de la Feira do Cocido de esta localidad, continúo su espectáculo con un recorrido por las canciones de su último álbum. Las notas de su guitarra provocaban el movimiento acompasado de los sabinófilos y las voces de su público gallego retumbaban al son en el recinto coruñés, que al cierre de esta edición aún estaba entregado ante la presencia del artista andaluz. Los conciertos de la gira Vinagre y Rosas podrían ser de los últimos espectáculos que el artista ofrezca en grandes espacios, según declaró el cantautor recientemente. A partir de entonces es posible que el cantante se cite con su público en salas pequeñas, lugares más íntimos que cercan el número de asistentes, por lo que los fans tendrán que apresurarse en la compra de las pocas entradas que estarían disponibles. Aún en grandes espacios, que al flaco no le cuesta llenar, Sabina, like a Rolling Stone, seguirá su gira por España.
.
"TE DEVUELVO EL DINERO..."
El directo Vinagre y Rosas discurría de maravilla con mucha complicidad entre público y estrella hasta que el artista se tomó un pequeño respiro para cambiarse la camiseta y tomar aire. Su inseparable Pancho Varona agarró el micro y se marcó un tema. Hasta ahí todo bien, pero un pequeño grupo del público consideró que el cantante dejaba demasiado tiempo el escenario cuando en la siguiente canción su compañera de tablas, Marita Barros ejerció de solista. Los silbidos reclamando la presencia del cantante se escucharon en la sala en un gesto nada elegante para con una voz como la de la andaluza que demostró, por varias veces en la noche, que todos los artistas que el flaco elige para que le acompañen en escena merecerían tener su propia carrera. El genio de Úbeda sacó su genio y, tras volver a tomar las riendas del directo, se encaró con los que silbaron: "Qué valiente es esconderse en la masa", resaltó en defensa de su corista al tiempo que invitaba al espontáneo a meterse el pito por ese lugar donde la espalda pierde su casto nombre. La reacción del artista en defensa de su equipo rebajó el buen rollito que dominaba el ambiente hasta ese instante, principalmente por que no se quedó en una anécdota y marcó el resto del concierto. Un par de canciones después los silbidos reaparecieron tímidamente. Sabina se giró hacia el lugar del que surgián los pitos: "¿Cuánto te ha costado la entrada. Te devuelvo el dinero. Llevo suelto".